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sábado, 13 de octubre de 2012

¿QUÉ ES PILATES?




En poco más de 10 años, la popularidad del Pilates ha conseguido posicionarlo al mismo nivel que otros métodos de entrenamiento tan ancestrales como el Yoga o tan reconocidos como las escuelas de gimnasia tradicional. Esta rápida popularización comenzó con distintas celebrities atribuyendo su buen estado físico a la práctica de Pilates. Hoy se ha consolidado en su mayor parte gracias a la idea generalizada de asociar la técnica a un determinado status social, a una concepción de la figura de la mujer o el hombre modernos que podríamos enmarcar dentro de lo que se puede llamar el “efecto Font Vella”.

Aunque el Pilates ha demostrado sus efectos físicos a nivel estético, reducirlo a ese único objetivo supone limitar una técnica que se concibió como un gran instrumento de rehabilitación para patologías y disfunciones del sistema musculoesquelético. Cuesta imaginar a Joseph H. Pilates preocupado por la apariencia de los enfermos que trataba en el campo de concentración en el que fue recluido mientras utilizaba los muelles de las literas para improvisar máquinas de rehabilitación que más tarde se convertirían en la base de su “Contrología” y de su método.
                                                                                          

 

La gran diferencia entre el Pilates y otras formas de entrenamiento que podemos encontrar en cualquier gimnasio es su respeto al cuerpo humano a la hora de ejercitarlo. No se busca realizar un movimiento de forma cerrada y repetida hasta agotar y potenciar un músculo, sino realizar patrones de movilidad cíclicos en los que participa el conjunto corporal buscando un equilibrio entre respiración, músculos, reclutamiento, mente, equilibrio y posición.

El Pilates es una técnica que requiere paciencia  y conciencia corporal. Normalmente las primeras clases se emplean en instruir a los alumnos sobre cómo moverse. Esto provoca que algunos opten por otras formas de entrenamiento en las que desde el principio acaba uno agotado y con la sensación de sentirse más fuerte. En ésta técnica sin embargo no se consiguen mejores resultados por llegar más lejos al estirar una pierna o por hacer más repeticiones. Cada ejercicio es efectivo cuando conseguimos realizar el movimiento utilizando ciertos músculos para movilizar y otros para estabilizar, junto a una respiración que nos lo facilite y a una postura correcta, sin realizar compensaciones y respetando dentro de lo posible la alineación de segmentos corporales ideales para cada postura.

                                                                                            

La rehabilitación basada en Pilates busca la obtención de los siguientes 6 principios:

1) Respiración: Debe estar integrada en el ejercicio. Como norma general inspiramos al extender y espiramos al flexionar.  No debemos olvidar que el diafragma y la musculatura respiratoria participan en la estabilidad lumbopélvica.

2) Estabilidad de la columna: Tanto en movimiento como manteniendo una postura. Importante para tratar lumbalgias y cervicalgias y desalineaciones (cifosis, escoliosis, etc.)

3) Articulación de la columna: Se intenta conseguir que la columna trabaje de forma intersegmentaria, disociando entre sus tres regiones y entre casa segmento intervertebral. Nos aporta flexibilidad y es un buen estímulo propioceptivo para la reducación postural.

4) Estabilidad del hombro: Facilita la contracción aislada de musculatura local e inhibe la acción compensatoria de la global durante el movimiento. Útil en tendinitis y en inestabilidad glenohumeral.

5) Alineación de los miembros: Se trabaja de forma funcional. Intentando imitar un esquema corporal idóneo en el que el movimiento de extremidades no provoque compensaciones en las articulaciones proximales (cadera y hombro)

6) Coordinación motora: Se consigue cuando los movimientos para realizar una acción son secuenciados en un orden lógico, que implique el mínimo esfuerzo muscular y mantenga el equilibrio entre estabilidad y movimiento.

Junto a estos principios existe otro gran pilar en el que se sustenta el Pilates; el trabajo constante del powerhouse o centro de control. Se trata de un grupo de músculos profundos situados a nivel del centro de gravedad humano (a nivel del ombligo), entre el abdomen y las lumbares. Son el transverso, multífidos, suelo pévico y diafragma principalmente. Son claves en la estabilización del tronco durante el movimiento y su descompensación es una de las principales causas de dolores y malas posturas en el día a día. Su entrenamiento suele estar bastante descuidado comparado con músculos superficiales menos importantes para el control y la estabilidad como los abdominales o el cuadrado lumbar. 

                                                                                           

En su origen el Pilates constaba de 37 ejercicios en colchoneta y más de 100 utilizando máquinas. Hoy en día la cifra se ha multiplicado considerablemente. Los ejercicios de suelo son una buena opción para realizar en cualquier sitio, pero tienen el inconveniente de contar con menos ayudas o resistencias al movimiento. Las máquinas son el cadillac, el reformer, la silla y el barril. Trabajar con máquinas es especialmente útil en las primeras etapas de rehabilitación y si se quiere ejercitar a niveles más altos. En la práctica la mayoría de objetivos pueden alcanzarse trabajando tanto en máquina como en suelo.






Si nos animamos a probar la experiencia del ejercicio con Pilates es esencial ponernos en manos de un entrenador propiamente cualificado para ello. Si además lo que queremos es rehabilitar una dolencia, patología o déficit estructural lo más lógico es que nuestro preparador sea un fisioterapeuta que pueda personalizar el ejercicio a las necesidades de nuestro problema. En todo caso el seguimiento por un profesional que vigile nuestros movimientos, posiciones, reclutamiento muscular y compensaciones es indispensable. Pilates nada tiene que ver con una tabla de ejercicios o con un circuito de entrenamiento, se trata de una disciplina o método que requiere conciencia y aprendizaje. Se recomienda además que el número de alumnos por clase no supere los 5-6 para tener un buen seguimiento del alumno en todo momento. Por último es aconsejable agrupar a los pacientes con patologías o problemas parecidos en las mismas clases, para poder hacer el programa lo más acorde a sus necesidades.